Prueba del Mercedes 500 E: más Porsche que Mercedes

Hay modelos de los años 90 que nos hacen reconciliarnos con el mundo del automóvil. Cuando los coches no estaban sujetos a tantas restricciones y las marcas aplicaban pura pasión a sus creaciones. En este caso dos: Porsche y Mercedes; la primera desarrolló el chasis y el motor de este 500 E W124. La segunda, todo el refinamiento y los grandiosos acabados de la época. Nos ponemos al volante de este deportivo de raza con piel de berlina.

Sobrio. Burgués. Discreto. Señorial. Los adjetivos que la prensa dedicó en su día a este modelo iban en esta línea. Pero claro, si los responsables de Mercedes le hubieran puesto un alerón y un par de espoilers ensanchados no sería un Mercedes, sino… ¡Un Porsche W 124! Te explicamos por qué. Esta es la prueba del Mercedes 500 E. ¡No te la pierdas al detalle en nuestra galería!

Porsche se hizo cargo del desarrollo y terminación de esta variante de la gran berlina de la marca de la estrella. Para ello, le metió bajo el capó un motor de 326 CV y adaptó el chasis del 500 SL. El montaje se hacía a mano en la propia fábrica de Porsche en Zuffenhausen, en el mismo hangar donde se concibieron mitos como el 959. 

Semejante ‘delicatessen’ tenía su precio en 1992, claro. Algo más de 70.000 euros al cambio. Una pasta en aquella época, solo al alcance de unos pocos elegidos. Solo el 500 SL, el 560 SEC y el S600 eran más caros dentro de la gama de Mercedes.

Pero claro, el 500 E no era un mero Clase E. Era más bien algo así como un ‘muscle car’ a la europea.

Su ocho cilindros de aleación ligera era refinado, pero capaz de propulsar con fuerza las 1,7 toneladas de esta berlina. Esto, en cifras, se traduce en 6,3 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y una velocidad máxima de 250 km/h, que sencillamente no era más por los cortos desarrollos de su cambio.

No es casualidad, con tamaño potencial, que fuera comparado habitualmente con el Porsche 928. Porque no solo hablamos de prestaciones: ningún modelo de la generación W 124 tuvo un chasis tan afinado y deportivo. Este 500 gira, aún hoy, directo y preciso, es aplomado en curvas y muy controlable, por muy rápidas o cerradas que sean. Y si se trata de rodar rápido por autovía, no pierde un ápice del reconocido confort de este modelo, absoluta referencia en su segmento. 



Y es que, si bien su cara más deportiva lleva la firma inconfundible de Porsche, el apartado de refinamiento y prestancia quedó en manos de Mercedes: Recuerdan el salpicadero de una solidez indestructible de aquel modelo? De aquellos acabados que no hemos vuelto a ver en ningún coche de hoy en día? Dentro del 500 también están, intactos después de tantos años.

El interior de este modelo también nos recuerda al prurito detallista de que hacía gala la marca de la estrella en los 80 y los 90: butacones individuales detrás, climatizador, asientos con regulación eléctrica, Tempomat, equipo de alta fidelidad Becker Mexico 2000… Todo era de serie. Eso sí: por el techo deslizante, la calefacción de los asientos o el cuero había que pagar un extra. Solo se fabricaron 10.479 unidades. Por eso, la exclusividad y fascinación que genera no hace sino crecer año tras año.

Conclusión

El 500 E es, sin duda, el mejor Porsche de la historia que ha llevado una estrella en el morro. Sus prestaciones y su tacto deportivo siguen asombrando a día de hoy, igual que el espacio y el lujo que se respira en su interior. El 400 E no estaba muy lejos, pero claro, no tenía el atractivo de haber sido desarrollado (y montado a mano) por Porsche.

Fuente: Autobild.es